Hoy en día, caminar por las calles del centro histórico de Tlaxiaco es como viajar en el tiempo. Puedes encontrarte con panaderías tradicionales que aún hornean con recetas centenarias o con familias que conservan objetos heredados de esa época dorada. Pero lo más valioso es que ese aire europeo no eclipsa su esencia indígena, sino que la realza.
Porque en Tlaxiaco, la cultura mixteca está viva y vibrante. Se habla la lengua, se celebran las danzas ancestrales, y se honra a los artesanos que, con sus manos, siguen contando historias tejidas, bordadas y labradas.
La herencia continúa
Este París en miniatura no solo es famoso por su historia con Francia, también es cuna de personajes notables como Yalitza Aparicio, la primera mujer indígena nominada al Óscar como mejor actriz. Su éxito internacional ha vuelto a poner a Tlaxiaco en el mapa, recordándonos la fuerza y el talento que florecen en esta tierra.
Además, la región ofrece maravillas naturales ideales para el ecoturismo: montañas que se visten de neblina, bosques de pino y encino, y miradores que te roban el aliento. Sin olvidar su gastronomía, donde el mole mixteco, los tamales y los quesos artesanales hablan de una cocina con alma.
Un destino con identidad y elegancia
Tlaxiaco es un ejemplo vibrante de cómo la historia y la globalización pueden entrelazarse sin perder lo propio. Su apodo no es solo una anécdota curiosa: es un homenaje a su gente, que supo tomar inspiración extranjera para enriquecer su comunidad sin renunciar a sus raíces.
Así que si estás buscando un destino diferente, con personalidad, historia, cultura y paisajes de película, Tlaxiaco te espera con los brazos abiertos y el corazón lleno de orgullo. Ya sea que vayas en busca de sus sabores, sus calles encantadoras o su tradición viva, esta joya oaxaqueña te hará sentir que, sin salir de México, has viajado por el mundo.
