México vive un momento dorado en términos de inversión turística, y el segmento hotelero de lujo está en el centro del huracán. Nuevas marcas, nuevos destinos y nuevas formas de viajar reconfiguran el mapa de la hospitalidad premium.
Más allá de las playas
San Miguel de Allende, Valle de Guadalupe y Mérida son los nuevos polos del lujo discreto. Inversionistas están apostando por hoteles boutique con identidad local, diseño arquitectónico exclusivo y propuestas eco-friendly.
Experiencias, no habitaciones
La tendencia global se consolida: el huésped busca experiencias significativas, no metros cuadrados. Gastronomía de autor, rituales de spa, mixología cultural y contacto con el entorno son ahora moneda corriente en los nuevos conceptos.
Conclusión
Invertir en hotelería en México hoy es invertir en cultura, en sostenibilidad y en deseo. Es apostar por un lujo cada vez más consciente y experiencial.