Desde las calles de Nueva York, la actriz mexicana deslumbra con un look inspirado en los años 70 que confirma el regreso del estilo bohemio para el verano 2025
Mientras las miradas del mundo se concentran en la alfombra roja del Festival de Cannes con su estricto código de vestimenta y su pasarela de atuendos impecables, Salma Hayek elige caminar con absoluta libertad por las calles de Nueva York y, sin proponérselo, convierte la ciudad en su propia pasarela. Con un vestido boho en tono naranja y una actitud que destila confianza y autenticidad, la actriz mexicana reinterpreta el espíritu de los años 70 y nos recuerda que el verano 2025 tendrá mucho de nostalgia, textura y personalidad.
A sus 57 años, Hayek no solo desafía los estándares convencionales de edad en la moda, sino que se reafirma como una de las figuras más influyentes del estilo contemporáneo. Y en esta ocasión, lo hace recurriendo a una de las tendencias más emblemáticas del armario estival: el boho chic, ese lenguaje visual que combina fluidez, romanticismo y una estética de libertad que conecta con lo natural y lo artístico.
El vestido elegido para este paseo en Nueva York es una auténtica pieza de inspiración setentera. Se trata de un maxivestido en color naranja ocre, un tono cálido y vital que se alinea con la energía solar del verano. La prenda se ciñe a la cintura mediante una fajilla integrada, lo que define la silueta sin restarle movimiento. Las mangas tipo ángel, amplias y vaporosas, aportan dramatismo y fluidez a cada paso, evocando la estética de las musas bohemias de décadas pasadas.
Este tipo de corte no solo estiliza, sino que suma carácter al conjunto: es una silueta que baila con el cuerpo, no lo domina, y eso es precisamente lo que convierte este vestido en una pieza poderosa. Su diseño parece pensado para la mujer que celebra su feminidad sin ataduras, que mezcla sofisticación con naturalidad, y que entiende la moda como una forma de expresión personal más que como una regla impuesta.
El look se completó con una elección impecable de accesorios. Salma optó por unas sandalias de plataforma de madera, otro guiño directo a los años 70, con las que estilizó aún más su figura sin sacrificar comodidad. Aunque hoy en día ya no es imprescindible combinar bolso y calzado, la actriz decidió armonizar su look con un bolso Gucci en tono pistache, una elección que aportó contraste y frescura, sin romper la paleta cálida del conjunto.
Pero lo que realmente consolidó el estilismo fue su apuesta por los accesorios dorados con toques artesanales. Un collar de eslabones metálicos protagonizado por un gran dije de cristal colgaba sobre su escote, aportando un toque de misticismo y glamour retro. Sus anillos plateados, los discretos aretes y unos lentes de sol oscuros redondearon un atuendo que parece decir: el verano no es solo una estación, es una actitud.
El cabello largo, suelto y ondulado de Salma completó la narrativa estética. Su melena, peinada con ondas suaves, potenciaba el aire libre y desenfadado del look. Este peinado, lejos de ser improvisado, dialoga a la perfección con el boho chic: natural, femenino y con ese toque de libertad controlada que tanto caracteriza a las grandes referentes de estilo.
Este no es el primer acercamiento de Salma Hayek al estilo bohemio. A principios de abril, ya se había dejado ver en un evento de alfombra roja con un vestido negro de mangas transparentes, confeccionado en gasa y adornado con joyería dorada. La silueta de aquel diseño era similar: largo, etéreo y envolvente, pero adaptado a un contexto nocturno y elegante. Lo que demuestran estas dos apariciones consecutivas es que Salma no sigue la moda, la interpreta con autenticidad.