La vida de Marilyn Monroe fue tan brillante como trágica, y también puede contarse a través de los lugares donde vivió. Desde un orfanato en su infancia hasta la mansión que compró poco antes de morir, sus casas reflejan su lucha por encontrar un lugar al que realmente pudiera llamar “hogar”.
De hogar en hogar
Marilyn Monroe nació como Norma Jeane Mortenson en 1926, en Los Ángeles. Su madre tenía problemas de salud mental, así que Marilyn pasó gran parte de su niñez en casas de acogida y en un orfanato. Nunca tuvo una vivienda estable: se mudaba de un lugar a otro, lo que marcó sus primeros años con una sensación constante de inestabilidad.
Una vida en movimiento
Cuando empezó a trabajar como modelo y luego como actriz en Hollywood, vivió en pequeños departamentos. No tenía una casa fija, ya que su carrera y vida personal estaban siempre cambiando. Durante sus matrimonios con Joe DiMaggio y Arthur Miller, vivió en varias casas, desde Los Ángeles hasta Nueva York, pero ninguna era realmente suya.
La casa de sus sueños
Fue hasta 1962, poco antes de morir, que Marilyn compró su primer y único hogar: una casa estilo español en Brentwood, California. Tenía cuatro habitaciones, piscina y un hermoso jardín. Ella misma decoró la casa y le puso una placa en la entrada que decía en latín: “Cursus vitae”, que significa “el camino de la vida”.
Por fin tenía lo que siempre había deseado: un lugar propio.
Un hogar eterno
Lamentablemente, Marilyn falleció en esa misma casa solo seis meses después de haberla comprado. Aún así, esa mansión se convirtió en un símbolo de lo que tanto buscó en su vida: seguridad, paz y pertenencia.