Durante décadas, la moda ha sido una extensión de nuestros deseos, una ventana emocional hacia el yo que proyectamos o escondemos. En 2025, esa ventana se abre hacia el pasado, hacia los recuerdos más brillantes de la infancia, transformándolos en un lenguaje visual provocador, encantador y cada vez más presente: el kidcore.
Lo que comenzó como una tendencia urbana inspirada en los colores del arcoíris, las caricaturas noventeras y los accesorios escolares, ha evolucionado en las últimas temporadas hasta convertirse en un manifiesto estético que ha seducido a diseñadores, celebridades y casas de moda de alto nivel. Lejos de ser un capricho pasajero, el retorno a lo lúdico se ha consolidado como un pilar creativo que desafía las normas tradicionales del vestir adulto, reemplazando la sobriedad por fantasía, y la rigidez por emoción.
La infancia como musa
En un mundo donde la sofisticación ya no se define únicamente por lo minimalista o lo monocromático, el lujo también puede vestirse de risa. Así lo entiende Adrián Appiolaza, director creativo de Moschino, quien presentó en su colección primavera-verano 2025 una serie de piezas decoradas con ilustraciones infantiles hechas con tiza, recuperadas del archivo personal del mismísimo Franco Moschino. Un gesto que no solo homenajea los orígenes de la firma, sino que reinventa su esencia bajo un prisma íntimo y juguetón.
Pero Moschino no es la única marca que ha apostado por esta mirada emocional. Casas como Loewe, Coach y Marc Jacobs han inundado sus desfiles de charms de peluche, camisetas con personajes animados, lazos oversize y colores brillantes, componiendo un discurso visual que habla de libertad creativa, autenticidad y placer. En palabras de Appiolaza: “La moda necesita alegría. Y la alegría viene de no tener miedo a jugar”.
Estilo dopamine y girl aesthetic
El fenómeno no se limita a las pasarelas. En el mundo real o al menos en el universo cuidadosamente curado del street style el kidcore ha sido absorbido por tendencias complementarias como la dopamine dressing (vestir para sentirse feliz) o la viral portuguese girl aesthetic, en donde los colores, los estampados y los accesorios exagerados se convierten en protagonistas absolutos de cada look.
La clave está en la composición espontánea pero armónica. En saber combinar piezas que parecen sacadas de un baúl de disfraces, pero que encuentran una coherencia cromática o narrativa entre sí. Faldas con tul multicolor, calcetas con dibujos, blusas con cuello Peter Pan, bolsos adornados con peluches o figuritas, y sneakers intervenidos con doodles o brillos: todo vale, siempre que invite a sonreír.
Cómo llevar el kidcore con elegancia
Si bien esta estética puede parecer arriesgada, no es exclusiva de los más jóvenes o atrevidos. El secreto para incorporar el kidcore con elegancia está en equilibrar los elementos más excéntricos con piezas clásicas. Un blazer bien cortado con una camiseta de caricatura. Una falda midi con calcetas de colores y mocasines. Un bolso de diseñador adornado con un Labubu el peluche más viral del año o un llavero de plástico transparente con glitter.
También es fundamental el uso del color. Se recomienda elegir una paleta base de tres tonos, a partir de la cual se puedan hacer combinaciones con estampados y texturas sin perder la armonía visual. El layering (superposición de prendas) es otra de las herramientas clave para componer looks que se sientan dinámicos, como si hubieran sido armados por un niño con el ropero abierto y ninguna regla en mente.