Entre montañas, tradición y paisajes, Chignahuapan invita a descubrir su magia en una jornada de reconexión con lo esencial.
A solo dos horas y media desde la Ciudad de México, el Pueblo Mágico de Chignahuapan es uno de esos destinos que ofrecen mucho más de lo que imaginas. Ubicado en la Sierra Norte de Puebla, su combinación de naturaleza, aguas termales, arquitectura pintoresca y artesanía lo convierte en una escapada perfecta para un solo día… o para querer volver una y otra vez.
Mañana: Bienvenida termal entre montañas
Tu día puede comenzar temprano con una caminata por la plaza principal del pueblo. En el centro, el kiosco de estilo mudéjar uno de los más fotogénicos del estado da la bienvenida entre casas de colores, tiendas de esferas y cafeterías donde se sirve pan de queso y café de olla. Pero el verdadero despertar sucede al sumergirse en una de las piscinas naturales de aguas termales que han dado fama a Chignahuapan.
Hay varias opciones como el Balneario Termal Aguas Termales, con pozas rodeadas de vegetación, vapor relajante y aguas sulfurosas que oscilan entre los 38 y 42 °C, conocidas por sus beneficios terapéuticos. Aquí, el cuerpo se relaja al ritmo de los sonidos del bosque, mientras la mente se libera del estrés.
Mediodía: Artesanía y corazón histórico
Después de una experiencia revitalizante, la mejor ruta es de regreso al centro para conocer uno de los sellos culturales del pueblo: las esferas navideñas. Aunque su temporada alta es en invierno, la producción artesanal ocurre todo el año y puedes visitar el Museo de la Esfera, donde descubrirás cómo se elaboran estas piezas decorativas mundialmente famosas. Chignahuapan produce más de 70 millones de esferas al año, muchas pintadas a mano.
Muy cerca, la Parroquia de Santa María de la Asunción se alza con su fachada barroca color terracota y azul cielo. Este templo, que data del siglo XIX, es una joya arquitectónica que te conecta con la espiritualidad y la historia del pueblo. Si tienes tiempo, puedes entrar a alguna tienda local para comprar mermeladas artesanales, dulces típicos o cerámica hecha en la región.
Tarde: Cascadas, bosques y postales naturales
Para cerrar el día, hay varias alternativas dependiendo del ritmo que busques. Una de las más populares es la Cascada Quetzalapan, ubicada a solo 10 minutos en coche. Con una caída de más de 200 metros, es una de las más altas de México. Aquí puedes caminar por senderos bien señalizados, admirar las vistas desde los miradores o simplemente dejarte envolver por el sonido del agua y la frescura del ambiente.
Los más aventureros pueden contratar actividades como rappel, tirolesas o recorridos en cuatrimoto en los alrededores, mientras que quienes prefieren una experiencia tranquila pueden disfrutar de un picnic junto al río, rodeados de pinos, bromelias y aire puro.
Otra opción, si el tiempo lo permite, es visitar la Laguna de Chignahuapan, a pocos minutos del centro. Esta laguna es conocida por sus reflejos color jade y la tranquilidad de su entorno. Ideal para un paseo en lancha, una caminata relajada o simplemente contemplar el atardecer.
Bonus: Gastronomía con identidad
No te puedes ir de Chignahuapan sin probar sus sabores más auténticos. En el mercado municipal o en restaurantes familiares encontrarás desde tlacoyos y tacos dorados de barbacoa, hasta platillos más elaborados como trucha al mojo de ajo o chile en nogada (en temporada). Acompaña con un ponche de frutas o licor artesanal de capulín, típicos de la región.
Un día en Chignahuapan es suficiente para entender por qué es considerado uno de los pueblos mágicos más encantadores de Puebla. Su mezcla de agua, tierra, fuego (de los hornos esfereros) y aire puro lo convierten en una experiencia multisensorial. Ya sea que busques descanso, cultura o aventura, este lugar tiene todo para reconectar con lo esencial, en un entorno que parece sacado de una postal.
