Con una mirada renovada y profundamente respetuosa hacia las culturas originarias del continente, el Museo Metropolitano de Nueva York (MET) ha reabierto su emblemática ala Michael C. Rockefeller. La nueva museografía, fruto de una colaboración binacional entre la curadora mexicana Laura Filloy Nadal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), representa una transformación en la forma en que se presentan las culturas antiguas de América al mundo.
La reapertura de la Sala de Arte de la Antigua América en el MET marca el fin de una década de trabajo curatorial y museográfico que priorizó la voz, la identidad y el legado de los pueblos originarios del continente. A través de una cuidada selección de más de 700 piezas entre esculturas de piedra, objetos de jadeíta, cerámica ritual, conchas talladas y metales, la nueva exposición abarca más de dos milenios de historia, desde aproximadamente el año 1200 a.C. hasta la llegada de los europeos en el siglo XVI.
Una visión descolonizadora desde México
Laura Filloy Nadal, reconocida investigadora y curadora del INAH, se convirtió en una figura clave para repensar la museografía de este espacio, que durante décadas mostró una visión fragmentada y a menudo eurocentrista de las culturas precolombinas. En codirección con Joanne Pillsbury, curadora de Arte Americano Antiguo del MET, la mexicana propuso un discurso que no sólo honra la memoria de los pueblos antiguos, sino que también los presenta como civilizaciones vivas, dinámicas y aún presentes.
Filloy Nadal, quien ha liderado proyectos tan significativos como el estudio integral de la máscara funeraria de Pakal “el Grande”, explicó que este nuevo guion curatorial buscó “comunicar la vastedad territorial y cultural de las Américas”. La museografía incorpora una mirada humanista y profunda hacia las cosmovisiones mesoamericanas, andinas y de otras regiones, dotando a cada pieza de su contexto y voz original.
Reconocer a los artistas del pasado
Uno de los gestos más innovadores y significativos de esta curaduría es el reconocimiento explícito a los autores de las obras. Por primera vez en un museo internacional de este calibre, se ha incorporado el nombre de creadores antiguos como Chakalte’, escultor maya activo hacia el 770 d.C. en la región del Usumacinta. En piezas como el dintel procedente de La Pasadita (Guatemala), no sólo se destaca su técnica, sino también su papel como agente cultural y artista de corte.
Este acto de nombrar es un esfuerzo por romper con el anonimato histórico al que muchas veces han sido condenadas las civilizaciones originarias, y forma parte de un movimiento museográfico más amplio que reconoce la agencia cultural de los pueblos del pasado.
Una museografía que respeta la identidad original
Otro eje rector de la exposición es la reivindicación de los nombres originarios. Ya no se habla de “aztecas”, sino de “mexicas”; ni de “mixtecos”, sino de “ñuu savi”, que significa “pueblo de la lluvia”. Este gesto lingüístico y simbólico reconoce el derecho de los pueblos a nombrarse a sí mismos, y da al público herramientas para entender estas culturas más allá de las etiquetas impuestas por la historia colonial.
Filloy enfatizó que esta nueva narrativa también muestra que muchas de estas culturas no son reliquias del pasado, sino sociedades vivas que siguen aportando a la diversidad cultural en regiones como Oaxaca, Puebla, Guerrero… e incluso en Nueva York, donde comunidades indígenas continúan floreciendo.
Un diálogo transfronterizo que inspira
La participación del INAH en este proyecto no solo refuerza la cooperación internacional entre México y Estados Unidos en materia de patrimonio, sino que representa una oportunidad para promover una nueva ética museística, basada en el respeto, la equidad y la autenticidad histórica.
La reapertura de la Sala de Arte de la Antigua América en el MET no es solo un acontecimiento cultural de alto perfil: es también una reafirmación del papel de las instituciones mexicanas en la diplomacia cultural global. La curaduría encabezada por Laura Filloy Nadal proyecta una visión integradora, educativa y profundamente humana de las civilizaciones americanas que marcaron la historia del mundo.