Con paso firme y mirada cómplice, la reina Letizia recorrió el corazón literario de Madrid: la Cuesta de Moyano, el único paseo de libros permanente de España, que este domingo cumple un siglo de historia. En una visita cargada de simbolismo, doña Letizia reafirmó su pasión por la lectura y su compromiso con el mundo editorial, convirtiendo su presencia en una declaración de amor a las letras.
Vestida de negro absoluto, con un abrigo de cuadros vichy y accesorios sobrios bolso con tachuelas y zapatos Mary Jane, Letizia optó por una elegancia discreta y sofisticada que armonizó con el espíritu bohemio del lugar. Fue recibida por libreros y socios de honor de la Asociación Ciudadana Soy de la Cuesta, en el mismo escenario donde generaciones de lectores han buscado y encontrado tesoros literarios, a los pies del Jardín Botánico y en las inmediaciones del Paseo del Prado.
Cien años entre letras
La Cuesta de Moyano no es solo un paseo; es un templo al aire libre. Nacida oficialmente en 1925, en honor al político Claudio Moyano autor de la ley educativa más longeva de España, este enclave literario ha resistido al tiempo, la modernidad y las transformaciones urbanas. Aún hoy, conserva su esencia: casetas de madera alineadas junto a la reja del Botánico, libreros con historias que se heredan de generación en generación, y un aire de nostalgia que recuerda a París, ciudad hermana en esta tradición, gracias a sus bouquinistes a orillas del Sena.
De hecho, la víspera de esta visita real fue testigo de una alianza histórica: la sede del Institut Français en Madrid acogió el acuerdo de hermanamiento entre los libreros de Moyano y los de París, consolidando un puente cultural entre las dos últimas ferias permanentes de libros en Europa. Un gesto que confirma que los libros, aún en la era digital, siguen siendo patrimonio vivo de las ciudades y sus gentes.
Una reina, una causa
La reina Letizia, conocida por su afición lectora y por inaugurar cada año la Feria del Libro de Madrid en El Retiro, quiso rendir tributo a este centenario con algo más que palabras. Su visita coincidió con el Día de Europa y se convirtió en un acto de visibilidad para un oficio que resiste: el del librero de fondo, el que recomienda, conversa y transmite pasión página a página. En esta ocasión, también se presentó una votación abierta para elegir los mejores comienzos literarios, una iniciativa que celebró el poder de una frase inicial para atrapar al lector.
Más allá del protocolo, Letizia recorrió las casetas, saludó uno a uno a los libreros, y compartió impresiones con los socios de honor de la asociación, entre los que figuran escritores, periodistas y personalidades de la cultura. En cada gesto, la Reina dejó entrever que su vínculo con los libros es íntimo, personal, y que su presencia allí no era pose, sino convicción.
El lujo de la cultura viva
La Cuesta de Moyano representa un lujo que no se mide en cifras sino en tiempo: el tiempo que un lector se detiene ante una mesa de títulos, el que se pierde en una conversación con un librero o el que dedica a hojear un ejemplar de segunda mano. Es el lujo de lo auténtico, de lo que sobrevive por su valor esencial. Por eso, este centenario no es solo una efeméride más. Es un recordatorio de que la cultura no necesita muros de mármol ni vitrinas brillantes para brillar. A veces basta con una cuesta empedrada, unos estantes de madera y la voluntad de mantener viva la palabra escrita.