Desde España, la ruta comienza con un vuelo a Milán y un trayecto posterior hacia Trento, una ciudad cargada de historia. Allí, entre las piedras centenarias del Duomo y la iglesia de Santa María Mayor, tuvo lugar uno de los episodios más decisivos de la Iglesia Católica: el Concilio de Trento (1545-1563). Ambas edificaciones se pueden visitar y evocan, con solemne belleza, aquel pasado de debates teológicos y poder eclesiástico.
La catedral se alza sobre una plaza decorada con una fuente de Neptuno y flanqueada por edificios de noble arquitectura como el Palazzo Balduini o la Casa Cazuffi-Rella, cuyos frescos renacentistas deslumbran aún hoy. Frente a ellos, el Caffè Italia invita a disfrutar de un aperitivo en su terraza mientras la historia vibra en cada rincón.
A unos pasos, la vía Belenzani ofrece un recorrido por las fachadas de antiguos palacios aristocráticos hasta llegar al imponente castillo del Buonconsiglio, símbolo del poder secular en la región del Trentino.
Bolzano: pasado medieval y un hombre de hace 5,000 años
Ya en Bolzano, puerta de entrada a los Dolomitas, la historia y la naturaleza se entrelazan con la sofisticación de una villa que fue epicentro del comercio medieval y del vino. La vía Portici conserva los soportales donde antiguos mercaderes vendían sus productos, y todavía hoy es una calle vibrante que atraviesa la piazza delle Erbe, un rincón animado por su mercado y una bella fuente de Neptuno.
La joya arqueológica del lugar es Ötzi, el “hombre de hielo”, un pastor de hace más de 5,000 años, cuyo cuerpo momificado reposa en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur. Una mirada al pasado más remoto desde una ciudad moderna y vibrante.
No puede faltar una visita a la catedral de Maria Assunta ni a las tiendas gourmet que exaltan los sabores del Trentino. Embutidos, quesos y pastelería artesanal, como la de Grandi, completan una experiencia sensorial.
Dobbiaco y los Dolomitas salvajes
Más al norte, el escenario se transforma en un jardín de piedra: los Dolomitas más salvajes, declarados Patrimonio de la Humanidad. Gustav Mahler encontró inspiración en Dobbiaco, donde veraneó entre 1908 y 1910. En invierno, es un paraíso para esquiadores; en verano, un destino de caminatas bajo las cumbres del Parque Natural de las Tres Cimas.
El lago de Dobbiaco, sereno y cristalino, permite recorrer su perímetro a pie, avistar aves y contemplar el reflejo de las montañas mientras se toma un café en el restaurante Dürrensee. Un poco más adelante, el lago di Landro ofrece un espejo perfecto donde se refleja el Monte Cristallo y la magia alpina de los Dolomitas de Ampezzo.
Las Tres Cimas de Lavaredo y el lujo de la altura
Desde el lago Misurina, una carretera de ensueño lleva hasta el refugio Auronzo, a 2,330 metros, el punto ideal para iniciar la ruta circular alrededor de las Tres Cimas de Lavaredo (Piccola, Grande y Ovest). Son tres horas de caminata entre paisajes que parecen sacados de un lienzo divino, en el corazón del mito alpino.
Cortina d’Ampezzo: glamour eterno y cita olímpica
Cortina d’Ampezzo es más que una estación de esquí: es un ícono del estilo de vida alpino, donde confluyen el deporte, el lujo y la aristocracia europea. En 2026 volverá a ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno, reviviendo el esplendor que ya vivió en 1956.
Sus tiendas, cafés y boutiques de alta gama se concentran en Corso Italia, presidido por la basílica Minore dei Santi Filippo e Giacomo. Todo el valle es un santuario de elegancia rodeado por cumbres majestuosas.
Lago Sorapis: el secreto turquesa de las montañas
El Monte Sorapis esconde uno de los secretos mejor guardados del norte de Italia: el lago Sorapis, de un azul tan intenso que parece irreal. Desde el Passo Tre Croci, una caminata de 13 kilómetros más exigente pero inolvidable lleva hasta esta maravilla natural, coronada por la imponente aguja pétrea del «Dedo de Dios».
Calalzo di Cadore y el legado de Tiziano
Ya en el Valle del Cadore, Calalzo se despliega junto a su lago termal, rodeado de manantiales sulfurosos y escenarios ideales para la pesca, el windsurf o la escalada. En el cercano Pieve di Cadore, espera la casa natal de Tiziano Vecellio, el genio del Renacimiento, cuya estatua preside con orgullo la plaza principal.